miércoles, 18 de marzo de 2015

El #Campo no es Oficina. - #Venezuela #Opinión

PEDRO E. PIÑATE B.
Según la legislación laboral vigente en Venezuela, "el trabajo tiene como fin superar la explotación capitalista y garantizar la independencia y soberanía". Nada dice del trabajo como fuente digna del pan de cada día, ni que cada quien tiene que ganárselo. La mitad o más del año en Venezuela no se trabaja con días feriados y no laborables por montón a los que se añaden los regalados de la demagogia y populismo acostumbrados. En cuanto al meollo laboral, muchos derechos y pocas obligaciones para los trabajadores y muchas obligaciones sin casi derechos para los patronos.
En el caso del trabajo y el trabajador rural, la legislación laboral bien califica de antiagrícola, al asumir las tareas del campo como de oficina, comercio o industria citadina. Olvidó que son el sol del amanecer y el kikirikí del gallo y no el reloj quienes dictan el inicio de las labores. Que las vacas se ordeñan con la fresca de la madrugada y luego a mitad de la tarde; y que vaquerías, siembra y cosecha son labores intensas sin manguareo. En consecuencia cumpliendo las normativas de ley, en muchas fincas ni planeando las jornadas por turnos pueden realizarse y con continuidad las labores. Después de sumar el sábado al domingo no laborable, ahora son dos días seguidos semanales y 104 días al año en vez de los 52 universalmente aceptados, en los cuales nadie quiere trabajar imposibilitándose las faenas del campo. Así en el país que no hay leche ni carne, no hay quien ordeñe ni atienda las vacas en fin de semana, y existen fincas donde solo se ordeña una vez al día en vez de las dos veces normales, porque los inspectores del trabajo dicen es una explotación de los trabajadores ordeñar vacas dos veces al día.
Siendo enormes las pérdidas que la legislación laboral causa al campo, conviene adecuarla para posibilitar la producción de alimentos y su abastecimiento. El trabajo rural es factor fundamental de la productividad agrícola total. Por tanto debe propenderse y estimularse para su mejor desempeño, equilibrando derechos y deberes. El cambio del huso horario y los horarios de oficina hacen perder al campo cientos de horas luz al año que ahora no se trabajan. De hecho en el llano desapareció "el cabestrero cantando, ay!, su copla en la madrugá".
ppinate@gmail.com

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