04-02-2015
Por Leonardo Atencio Finol / Exrector de LUZ / leonardo.atencio@gmail.com
Tal vez en alguna ocasión hemos sido víctimas de la miseria humana de quienes validos por las circunstancias se aprovechan para sacar el máximo beneficio de nuestra angustia
El signo de la degradación del venezolano de estos tiempos es la cola. Pasar horas improductivas para acceder a un supermercado sin la certeza de encontrar lo que se busca, porque puede ser que cuando llegue el turno se haya agotado el producto. Así sufrirá cada semana, cada mes, lidiando con la desesperación, el enojo y la esperanza de una pronta solución.
Es el drama diario de los venezolanos. Tal vez en alguna ocasión hemos sido víctimas de la miseria humana de quienes validos por las circunstancias se aprovechan para sacar el máximo beneficio de nuestra angustia, de la crisis sinfín, pues un simple paquete de pañales cuyo costo puede estar alrededor de los 130 bolívares, sea vendido en la escandalosa cifra de mil 500 bolívares por inescrupulosos "bachaqueros" que han hecho de esa práctica un nuevo oficio, al calor del desabastecimiento y la escasez.
Si bien la reventa de productos con sobreprecio es un acto ilegal, las pingües ganancias obtenidas hacen que la gente se arriesgue e invente formas de acceder al comprador. Ya no es solo la venta del lugar en la cola y del producto, sino formas elaboradas de inteligencia comercial para ofrecer información en tiempo real de cuándo y dónde llegarán los alimentos. Los "bachaqueros", generalmente gente desocupada, han encontrado una forma de ganar dinero con el “mínimo” esfuerzo; por lo que a lo mejor el INE abulta sus estadísticas y los califica como trabajadores.
Este fenómeno está tan extendido que según la Gobernación del Zulia “más de 60 por ciento de las personas se dedica a la recomercialización”, ello a pesar del sistema biométrico, ventas por número de cédulas y toda la parafernalia gubernamental. Entonces, ¿para qué tanto control y sufrimiento? ¿Estamos en manos de los "bachaqueros"? ¿Una solución? Incrementar la producción y la productividad. Sin embargo, hay algo a nuestro favor: la crisis “nos ha hecho más creativos y ahí radica nuestra salida”.
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