El año 2016 estuvo marcado por la escasez y el desabastecimiento en vastos rubros de la canasta básica alimentaria, esto por la imposibilidad del Gobierno de disponer la cantidad de divisas suficientes, para seguir manteniendo el nivel de importaciones agroalimentarias que el país requiere, debido a la falta de producción. La caída del precio del barril de petróleo es el principal factor de la ausencia de moneda extranjera.
En promedio, hasta el año 2015 las importaciones alimentarias representaron entre el 60 y 70 % de los rubros que se consumían en el país, de 2010 a 2014. Por otra parte, contar con cifras actualizadas sobre la producción nacional y las importaciones rubro a rubro del Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras (MPPAT) es una misión imposible, pues desde el año 2007 no se publica el anuario estadístico.
El exdecano de la Facultad de Agronomía de la Universidad del Zulia (LUZ), Werner Gutiérrez, presentó un informe en el que detalla cómo las importadoras, a cargo del Gobierno nacional, compran rubros en el exterior hasta el doble de lo que se consiguen en el mercado internacional.
El también profesor de LUZ, enfatiza su análisis en tres rubros: maíz amarillo, leche en polvo y trigo. Alimentos de consumo básico y masivo en el país.
Por la dificultad de acceder a los datos, Gutiérrez basó su estudio en la memoria y cuenta presentada por los ministerios involucrados a la Asamblea Nacional. Para el 2015, el país canceló en promedio un sobreprecio de $ 360 por tonelada de maíz amarillo importado, para esa fecha el mercado fijó $170 por tonelada de este rubro.
En Venezuela las negociaciones para la importación de alimentos están en manos de la Corporación Abastecimientos y Servicios Agrícolas LA CASA, S.A. Según los reportes de la Confederación nacional de asociaciones de productores agropecuarios de Venezuela (Fedeagro), la cosecha de maíz —blanco y amarillo— registrada en el 2015, fue de 1.84 millones de toneladas. Estimando que el consumo histórico del cereal es de dos millones, se generó un dé cit de aproximadamente 1.1 millones de toneladas, que tuvo que ser cubierta con importaciones.
Lo que indica que el sobreprecio cancelado por el Gobierno nacional a los proveedores internacionales, con los cuales CASA negoció la compra del maíz amarillo al país, supera los 209 millones de dólares, solo para las importaciones del año 2015.
“El sobreprecio pagado por Venezuela para la importación del maíz amarillo carece de toda lógica”, sostiene Gutiérrez, porque la realidad del mercado internacional re eja un incremento constante en la producción de cereales.
El experto, además denuncia que la demanda de leche en polvo no está cubierta, aunque el Gobierno garantiza que alrededor de 15 mil a 18 mil toneladas del producto llegan por mes al país, lo que se traduciría en 180 mil a 216 mil toneladas por año.
Según la investigación, en 2015, el Gobierno negoció con una empresa brasileña la compra de 56 mil toneladas de leche en polvo entera, a un valor que osciló entre 5 mil 700 y 5 mil 800 dólares, mientras que el precio internacional para ese momento estaba en 1.590 dólares por tonelada.
El último rubro del polémico análisis es el trigo, ubicado entre los cinco alimentos de mayor consumo en nuestro país, la demanda está alrededor de 4.000 toneladas por día, alcanzando un poco mas de 1.2 millones de toneladas anualmente. Actualmente el suministro interno de este grano depende en un 100 % de las importaciones.
Estados Unidos, Canadá, Argentina y México eran los proveedores de este rubro, hasta que comenzaron las negociaciones con Rusia, desde donde se tarda aproximadamente 18 días en llegar la mercancía y a quien el país estaría pagando, este año, por encima de los seis millones de dólares de sobreprecio por el cereal.
Adquirir el grano desde Argentina tardaría 14 días, ocho días desde Quebec —Canadá— y solo seis días desde Houston —EE.UU.—, lo que representaría una baja significativa en costos por flete, por el traslado del cereal. Además, la calidad del trigo no compite con la del grano canadiense, que está catalogado como el de mejor calidad del mundo, seguido por Estados Unidos.
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